Redundancia, Redundancia, Redundancia
Elizabeth Rosenzweig MS CCC-SLP LSLS Cert. AVT
Adaptado por Mariana Helbig MA CED LSLS Cert. AVEd.
Ver artículo original: https://auditoryverbaltherapy.net/2015/11/30/redundancy-redundancy-redundancy/
Comparemos nuestro cerebro con una biblioteca. Cada experiencia que tenemos, todo lo aprendido, leído, visto, escuchado, probado, sentido, cada recuerdo bueno o malo; todo está guardado en las estanterías de nuestro cerebro como referencia. Cuando nos encontramos con algo nuevo, podemos acceder nuestra biblioteca de “referencias” para ayudarnos a comprender esta nueva situación u objeto basándonos en nuestras experiencias pasadas.
Un adulto, con audición y habilidades cognitivas típicas, y que sea hablante nativo del lenguaje (para nuestro ejemplo podemos decir que es hablante nativo del español, pero aplica a cualquier lenguaje), esa biblioteca de “referencia” es relativamente grande. Uno tiene mucha experiencias que podemos usar como ayuda para descifrar cosas nuevas que todavía no comprendemos, o como referencia para completar información que no recibimos. Por ejemplo, si estamos hablando con alguien que nos dice “A caballo regalado no se le miran los…”, pero no escuchamos la última parte, podemos buscar en nuestra biblioteca de referencia y saber que el mensaje era “A caballo regalado no se le miran los dientes”. Probablemente hayamos escuchado esta frase muchas veces. Además de haber podido completar el mensaje, también sabemos lo que esta frase significa: si nos dan algo gratuitamente no hay que quejarse de lo recibido. Lo aceptamos, lo agradecemos, y punto. Tener una buena biblioteca mental es algo muy poderoso. Nos ayuda a completar los espacios, completar lo que no escuchamos, y a integrar y comprender nueva información.
Los niños, incluso los niños oyentes, trabajan con una biblioteca de referencia mucho menor a la nuestra. Nosotros somos adultos con un sistema lingüístico completo. Los niños todavía están adquiriendo lenguaje, y tienen menos experiencias a las cuales referirse para interpretar el mundo que los rodea.
Los niños con pérdida auditiva tienen una desventaja aún mayor porque se han perdido varios meses de acceso a los sonidos antes de recibir la tecnología auditiva, y la capacidad de escuchar a su alrededor (audición incidental), se ve reducida. Tenemos que compensar esto y ayudarlos a construir sus bibliotecas usando la redundancia.
Tomemos el ejemplo de aprender una palabra nueva. Si alguien nos dice “Tuve que llevar el auto a arreglar porque necesitaba una nueva correa del alternador”, ¿como comprenderíamos este nuevo término?
Redundancia Interna: es nuestra biblioteca cerebral de referencia. Escuchamos algo y tenemos mucha información guardada dentro de nuestro cerebro que nos ayuda a entenderlo. Quizás ya hayamos escuchado la palabra antes, o podemos utilizar claves en la oración para descifrarla, o quizás hayamos tenido alguna experiencia anterior que nos ayude a comprenderla, o podemos interpretarla utilizando secuencias que conocemos del pasado. Aquellos adultos ( con audición y cognición intacta y un sistema lingüístico completo) tienen una gran redundancia interna. Quizás no sepamos exactamente lo que es la correa del alternador, pero utilizamos las claves del contexto, como “el auto está roto” y “lo llevaron al mecánico” para adivinar que se necesita reemplazar una parte del auto. También, uno podría adivinar que la correa es lo mismo que un cinto o la correa de un bolso, algo fuerte y largo que se mueve. Uno podría saber que es el alternador, o al menos qué significa “alternar”, y poder adivinar la función de esa parte. Utilizando nuestra biblioteca de referencia unimos las piezas del rompecabezas para darle significado a esa oración. Para los niños, esta tarea es mucho más difícil. Ellos no tienen la alta redundancia interna que tenemos los adultos.
En su lugar, debemos aumentar la redundancia externa. Cuando alguien no tiene contra que contrastar algo nuevo dentro de su biblioteca de referencia, vamos a tener que aumentar los modelos que uno experimenta fuera de su cabeza para ayudar a construirla. Para esto, podemos repetir la palabra, usarla en diferentes contextos, hablar de su significado, mostrar una imagen, escribirla, o cualquier otra cosa que permita construir la biblioteca de referencia en el cerebro. La próxima vez (o la próxima vez, o la próxima vez) que nos enfrentemos a esta palabra, ya vamos a tener más redundancia interna para que nos ayude a comprenderla. No hace falta repetir siempre lo mismo. En realidad, experimentar una nueva palabra (frase o concepto) en diferentes conceptos, ayuda a fijarlo.
Es una relación inversa. Cuando la redundancia interna es alta, la redundancia externa puede ser baja. Uno puede escuchar algo una sola vez, o escuchar parte de un mensaje, e igual comprenderlo. Cuando la redundancia interna es baja, la redundancia externa necesita ser alta para lograr el mismo resultado: la comprensión.